CARTA ABIERTA A LOS PRESIDENTES DE LA COMISIÓN EUROPEA, EL PARLAMENTO EUROPEO,EL CONSEJO EUROPEO, EL BANCO CENTRAL EUROPEO Y EL EUROGRUPO 

 

Estimados Presidentes,

En el próximo Consejo Europeo de junio van a presentar un informe crucial sobre la reforma de la Unión Económica y Monetaria que establecerá la agenda política de la integración europea para la actual legislatura. Construirán sobre la base de la exitosa experiencia de la integración europea, cuyo núcleo es una pacífica puesta en común de la soberanía a través de instituciones supranacionales democráticas. Tendrán como punto de partida las lecciones aprendidas de la crisis: no podemos vivir en un mercado único, con una moneda única y sin embargo diecinueve políticas económicas y fiscales diferentes. El reconocimiento de la insostenibilidad a largo plazo de esta asimetría llevó a sus predecesores a establecer los objetivos de la Unión bancaria, fiscal, económica y política, en el Informe ‘Hacia una verdadera Unión Económica y Monetaria’, de diciembre del 2012.

Los ciudadanos europeos esperan de ustedes una visión clara y ambiciosa para el futuro de Europa, con una hoja de ruta y un calendario concreto para llegar a esa Unión y lograr una UE más eficaz y democrática. La acción efectiva del BCE ha aliviado la presión del mercado pero, ahora, la UEM es como un niño perdido del que nadie se hace cargo. Desde 2012, debido a la falta de voluntad política de los Estados miembros, sólo se han logrado avances significativos respecto a la Unión bancaria. Pero, sin un progreso en los otros ámbitos, la crisis puede empeorar de nuevo. Los instrumentos de emergencia, como el MEDE, deben integrarse en el marco jurídico de la UE y convertirse en un Fondo Monetario Europeo gestionado por un Vice-presidente de la Comisión, que debe a su vez presidir el Eurogrupo, y estar a cargo de una capacidad fiscal y de endeudamiento basada en recursos propios - por lo menos para la zona euro -, bajo un control democrático efectivo por el Parlamento Europeo. Esto es esencial para crear una verdadera política económica europea, generar inversiones para el crecimiento y pasar de una solidaridad entre Estados a una solidaridad entre ciudadanos.

La crisis ha puesto de manifiesto la ineficacia de la mera coordinación de las políticas económicas y fiscales nacionales, así como la parálisis producida por la unanimidad. Los Estados miembros tienen ahora más limitaciones presupuestarias de las habituales en sistemas federales plenos, sin poderse beneficiar de un presupuesto federal y de políticas federales. Así que Europa está enfangada en la crisis. La consecución de la Unión bancaria, fiscal, económica y política es necesaria para poner a la Unión en el camino de la prosperidad económica y social, de manera estable y sostenible. Una integración diferenciada puede hacer compatible la profundización de la zona euro y el deseo de algunos Estados miembros de reducir su nivel de integración, sin darles un poder de veto sobre las necesidades de los ciudadanos europeos.

Desde el año 2008 el cambio estructural del enfoque estratégico estadounidense hacia el Pacífico ha creado un vacío de poder que fomenta la inestabilidad en toda Europa, desde el Este hacia el Sur. Europa debe pasar de ser receptora a ser proveedora de seguridad. Sólo los Estados de dimensión continental - tales como los EE.UU., China, India, Rusia, Brasil – son relevantes en el mundo global. La UE debe avanzar hacia una Unión política que disponga de una política exterior, de seguridad y defensa única para estabilizar a sus vecinos y hacer frente a las amenazas y desafíos geopolíticos actuales. El inicio de una cooperación estructurada permanente en materia de defensa es una cuestión de voluntad política, no de recursos, ya que el gasto militar total de los países Euro-plus es el segundo mayor del mundo.

La expresión "todo lo que sea necesario" del presidente Draghi fue crucial en el apogeo de la crisis. Su informe debería representar ese "todo lo que sea necesario", en su dimensión política, de todas las instituciones de la UE. Se debe establecer una hoja de ruta clara y un calendario para completar la Unión bancaria y para llegar a la Unión fiscal, económica y política al final de la legislatura europea. Si esto requiere cambios en el Tratado, que así sea.

Los ciudadanos necesitan una visión y una ruta hacia una Europa basada en la democracia, la solidaridad y la subsidiariedad. Nada más puede recuperar su confianza en la Unión. La alternativa es que se extienda la percepción de declive inevitable e irreversible, que fomenta el auge del populismo, el nacionalismo y la xenofobia. Liderazgo implica responsabilidad hacia los ciudadanos de hoy y de mañana. Los europeos confían en su liderazgo, responsabilidad y visión para sacarles, a ellos y a su Unión, de la crisis.

Traducción de Jerónimo Maillo y Belén Becerril

Carta Abierta en inglés