- Autor: Argerey, P. (Coord.), Estévez, L., Fernández, M. y menéndez, E.
- Editorial: Editorial Dykinson
- Fecha: Madrid, 2005
Aunque la variedad de culturas es una de las riquezas de nuestro mundo, en Europa y, especialmente en algunos de los países que la forman, la convivencia de diversas culturas en un marco político común es un fenómeno, en cierto modo, inédito. Por primera vez en su historia, los europeos acogen a una gran masa de población procedente de diversas tradiciones culturales, con otras prácticas y costumbres distintas.
Europa, al tiempo exporta su cultura, se ve obligada a acoger otras y a intentar lograr una convivencia armónica entre todas las personas que conviven en su territorio. Para alcanzar este objetivo, frente al asimilacionismo tradicional se propone ahora una integración particularmente respetuosa con los derechos de los inmigrantes. Las migraciones internacionales contemporáneas constituyen, indiscutiblemente, un reto no solo para las sociedades, sino también para sus instituciones políticas y su economía.
La Unión Europea es, en la actualidad, la principal área regional receptora de extranjeros y, por tanto, el espacio donde se encuentran diversos obstáculos y oportunidades relacionadas con esta realidad demográfica. Dentro de la Unión, España asiste a un proceso de cambio demográfico de carácter estructural que, en alguna medida, afecta a toda la sociedad. Las personas que viven o conviven con los españoles nos aportan un nutriente cultural de enorme calado social y parece inevitable que, debido a las dimensiones del fenómeno inmigratorio actual, se produzcan brechas sociales y culturales que podrían afectar a los valores fundamentales gestados por la democracia occidental. Tales dificultades hacen que la inmigración sea, como decía Hannad Arendt, uno de los retos vitales de nuestra civilización.
Los europeos saben bien que la integración es un proceso de doble dirección, reflexivo –integrarse- que implica a las dos partes, y que requiere el cumplimiento de una condición simple, la igualdad. Exige reconocer como sujetos a las dos partes y no juzgar a los inmigrantes exclusivamente con la lógica de nuestro beneficio. Por ello, es importante tener en cuenta que el fenómeno migratorio atañe, sobre todo, a las propias personas que deciden trasladar su residencia de un lugar a otro, especialmente desde los países en vías de desarrollo hacia los países desarrollados.
La política europea de inmigración ha de apoyar las políticas de integración social. La Europa de los ciudadanos debe integrar plenamente a los nacionales de terceros países no comunitarios. Desde este punto de vista, la Unión Europea debe entenderse como un esfuerzo creador de un espacio definido por el compromiso de libertad, seguridad y justicia, basado en el respeto de los derechos humanos, las instituciones democráticas y el Estado de Derecho.
En este contexto, es importante revisar cuidadosamente las metas que desean alcanzarse en materia de política migratoria a escala comunitaria. Sigue siendo imprescindible desarrollar un debate profundo e independiente sobre las migraciones que queremos, ya que el fenómeno inmigratorio apunta, en sí mismo, a un problema más radical que las eventuales disfunciones sociales y económicas suscitadas por estas migraciones. Por esta razón, es imprescindible tratar con profundidad y rigor todas estas cuestiones en el marco estrecho de las legislaciones sectoriales –laboral, penal, etc.-, estudiando cómo evoluciona la legislación, adaptándose, a la vez que intenta ordenar, a los importantes cambios sociales que produce el fenómeno inmigratorio.
Éste es el objetivo fundamental del presente trabajo, que pretende acercar a la ciudadanía la realidad de las migraciones en Europa, estudiando los movimientos migratorios con la claridad que aporta el enfoque jurídico y económico.
Se analiza en primer lugar, dentro de una descripción general del estado de situación, el concepto de inmigrante, que difiere sustancialmente según el país de acogida. A continuación, se dedica toda una parte al análisis de la regulación legislativa de las migraciones, tanto en el seno de la Unión Europea, como en España. En tercer lugar, se estudia el impacto económico de la inmigración en nuestro país, España, precedido de una breve exposición teórica.
Como resultado, podemos afirmar que nos encontramos ante un fenómeno que afecta a todos los actores sociales. Por su propia naturaleza, las cajas de ahorros españolas revierten parte de sus beneficios a la realización de obras sociales, lo que diferencia a estas instituciones de otro tipo de intermediarios financieros. La Fundación Bancaja ha apoyado, desde el primer momento, el desarrollo de este proyecto de investigación llevado a cabo por el Instituto de Estudios Europeos de la Universidad San Pablo-CEU, mostrando así su sensibilidad hacia una de las cuestiones sociales y politicas de más calado para la sociedad española en los próximos años.
Por ello, quisiera agradecer a esta institución, en nombre de las autoras y en el mío propio, su apoyo a las labores de investigación y, en particular, al trabajo que lleva a cabo el Instituto de Estudios Europeos de la Universidad San Pablo-CEU en materia de migraciones.
Asimismo, el Instituto de Estudios Europeos agradece su colaboración a los miembros del Grupo de Expertos que analizaron y debatieron este trabajo realizando imestimables aportaciones. Dicho grupo estuvo compuesto por los profesores Walter Actis (Colectivo IOÉ), Rosa Aparicio (Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones, Universidad Pontifica de Comillas), Concepción Carrasco (Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Universidad de Alcalá), Francisco Fonseca (Comisión Europea), Joaquín García (Fundación Bancaja), Cristina Gortázar (Facultad de Derecho, Universidad Pontifica de Comillas), Antonio Izquierdo (Facultad de Sociología, Universidad de A Coruña) y Enrique MAdrazo (Facultad de Derecho, Universidad San Pablo-CEU).